1 de cada 100 nacidos tiene una malformación cardiaca congénita
1 de cada 100 nacidos vivos padece una malformación congénita cardíaca o vascular. Esta cifra es sorprendentemente alta, teniendo en cuenta lo grave que pueden ser estos cuadros. Pero… ¿qué es exactamente una malformación cardíaca congénita?
La malformación cardiaca congénita es una serie de alteraciones en la estructura normal del corazón, que ocurren durante el embarazo, mientras el corazón del bebé se forma. Cuando el niño o niña nace, o incluso antes, esta estructura alterada puede ocasionar problemas circulatorios muy graves. Hay muchos tipos distintos, ya que son muchas las estructuras que pueden estar alteradas y la forma en la que estas pueden estarlo.
La comunicación interventricular es la más común. En este caso, las dos cavidades ventriculares que bombean sangre están comunicadas. Esto hace que la sangre no oxigenada se mezcle con la oxigenada y obligue al corazón a trabajar muchísimo más para satisfacer las necesidades del cuerpo.
Otras comunes son la comunicación interauricular, la tetralogia de Fallot y la trasposición de los grandes vasos. Todas estas son alteraciones muy complejas con síntomas variados. Pero… ¿Cuáles son esos síntomas?
¿Cuáles son los síntomas de una malformación cardiaca congénita?

De acuerdo al tipo y gravedad, la malformación cardiaca congénita puede ser detectada incluso antes del nacimiento. A veces, durante la lactancia, se producen síntomas como cianosis (color azulado en la piel), insuficiencia cardíaca, falta de aire, sudoración y agitación durante la alimentación y otros eventos más graves y letales. El médico que atiende al neonato es capaz de detectar anomalías en el pulso del bebé así como al auscultar (escuchar el corazón).
En los adultos es posible detectar este tipo de anomalías durante los estudios de rutina o indicados por algún problema cardíaco que se presente más tarde. Muchas veces, esto ocurre porque las malformaciones no necesariamente producen síntomas todo el tiempo. Pequeñas comunicaciones o daños pueden persistir por muchos años sin alterar significativamente al corazón o causar una enfermedad del corazón.